La mochila existe, y es la forma más eficiente de viajar y conocer lugares insospechados alrededor del mundo.
Negar este principio es negar la condición de viajero, y es importante aquí hacer una aclaración sobre la diferencia que hago entre viajero y turista. El primero hace una inmersión en la cultura a la que tiene el privilegio de llegar, el segundo busca que la cultura se amolde a sus costumbres extranjeras, y por esa razón no descubre mucho del nuevo lugar que habita.
El viajero la mayoría de las veces es mochilero, y cuando me refiero a mochilero me refiero a la mochila, sin importar su calidad o precio, existen mochileros de alto vuelo, y otros de pretensiones más humildes, pero a todos en general les gusta meterse dentro de la cocina del nativo, saber a qué sabe su comida, conocer como ronca en su dormida y vivir junto con él sus alegrías y tristezas.
Para hacer este tipo de viaje que regularmente es de largo plazo, y que algunas veces lleva meses desarrollarlo, es necesario aprender a convivir en lugar extraño como si se fuese natural de ese lugar. Lo primero y más importante es definir medios de comunicación y rutas de transporte. Tener un teléfono móvil con internet, facilita muchísimo las cosas, pero nunca es condición sine qua non para disfrutar el viaje.
El low cost está determinado principalmente por alejarse de los precios para turistas y lograr acceder a los precios de los nativos. En este orden de ideas, hay que alejarse necesariamente de los lugares turísticos, adentrarse en esas junglas de cemento y arriesgarse a que la fauna urbana le aborde a uno.
En este orden de ideas, un herramienta fundamental es el Google Maps, que aunque no parezca, en la mayoría de espacios, sobre todo en los países más desarrollados, es posible encontrar casi todo con esta importante herramienta, desde donde comer o donde pernoctar, hasta los mejores sitios para encontrar atracciones, los sitios más concurridos y los mejor calificados desde diversos puntos de vista.
La vivienda es el primer escollo que hay que librar, y casi siempre, para estancias menores a un mes, lo ideal es buscar un hostel agradable y tranquilo. Estos lugares son idílicos, se comparte una convivencia con personas de otras culturas y se desarrollan lazos de amistad para toda la vida. En Londres o Madrid, se consiguen camas en habitaciones compartidas desde 15 euros, lo cual es muy barato para estas capitales tan costosas, aunque en ciudades menos ostentosas como Rabat en Marruecos o Bogotá en Colombia, el precio puede ser de 8 a 12 euros por las mismas condiciones.
La comida es lo segundo que se nos viene a la mente… ¿cómo comer con un bajo presupuesto? Pues fácil, lo más sencillo es ir a la plaza de mercado, y hacer la compra como cualquier nativo. Las frutas y las verduras siempre están a la orden del día y a un precio accequible, y como en el hostel siempre hay cocina para todos, pues compras lo que te vas a comer y lo preparas allá; así ya has ahorrado mucho al no comprar los productos de los restaurantes. Obviamente hay que ir a un restaurante de vez en cuando, sobre todo para conocer la gastronomía local, pero eso serán las menos veces, ya que la mayoría será desayuno y cena en donde te hospedas.
¿Y lo que hay que visitar? pues bueno… este es un punto álgido, ya que hay evidentes sitios que son de obligada visita, tales como monumentos, museos y atracciones naturales, pero siempre es posible apreciar las cosas bellas, tal como las aprecia el nativo, algunas veces se paga, otras no, algunas veces se entra a sitios espectaculares, otras, solo con verlos desde fuera es suficiente. El hecho de no pagar entradas a lugares turísticos majestuosos, no es óbice para disfrutar de una nueva cultura, ya que ella es fruto de la gente que habita el territorio, y no al contrario.
Por último, la gente. Es muy importante mezclarse con el nativo, hablar con él o ella, intercambiar ideas, contarle acerca de nuestro viaje, y que nos cuente acerca de su tierra. Ellos conocen mejor su territorio que cualquier agente de viajes, y te mostrarán cosas auténticas, de una manera que ninguna agencia podrá lograr.
El viaje Low Cost es posible, es cuestión de organizarse y dejar atrás prejuicios y pretensiones. Llevar poco equipaje, te garantiza una experiencia plena, llena de creatividad. Llevar una vida sencilla te garantiza el disfrute de cosas realmente típicas de la región y una compenetración unica con el objeto de tu pasión.
A viajar!!!